Hasta hace poco tiempo el huevo se consideraba como algo prohibido para el colesterol, al igual que su grasa y calorías. Hoy día, gracias a estudios serios realizados se ha comprobado lo contrario.
Es bueno saber que la yema de huevo es rica en colesterol (alrededor de 213mg por cada huevo)
Pero los estudios han demostrado que el nivel de colesterol del ser humano depende de la cantidad de grasas saturadas que consumimos en nuestra dieta diaria.
Para poder entender mejor, diremos que para que nuestro nivel de colesterol no se dispare debemos de reducir el consumo de grasas en general y en particular la de los lácteos y sus derivados, la de las carnes y las grasas trans. Éstas últimas sumamente peligrosas. Y dejar de pensar que la yema de huevo es nuestra enemiga.
A esto debemos agregar que el huevo posee otras virtudes como grasas poli y monoinsaturadas las que benefician nuestro corazón y nuestras arterias colaborando en disminuir el colesterol malo (LDL) y elevando el bueno (HDL).
Otra condición no menos importante es que posee zinc, selenio y vitaminas A, E, y B12 y los folatos que ayudan al organismo a protegerlo contra enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes
Aunque parezca increíble y nos cueste revertir lo que tanto nos han inculcado el huevo tiene más virtudes. Es una fuente importante de lecitina. La lecitina actúa en el desarrollo de la función cerebral y en estimular la memoria. Es recomendado durante el embarazo por este motivo.
Tiene una concentración interesante de caroteno que ayuda a los ojos en la no formación de las cataratas como otras enfermedades de los ojos y la degeneración macular.
La cantidad de caroteno que poseen los huevos varía de acuerdo a la alimentación que reciben las gallinas.
La albúmina aporta proteínas de fácil digestión y alta calidad.
Concretando, la única contraindicación que tiene el huevo luego de estos estudios debidamente comprobados, es la salmonella.
La salmonella se encuentra presente en la materia fecal de la gallina y por lo tanto es la cáscara la parte más vulnerable y más delicada.
Cuando los huevos están cocidos o pasan los 62º de temperatura se puede decir que se está libre de este peligro, ya que la salmonella se destruye. Pero es muy peligroso y arriesgado comer huevos crudos.
No comprar huevos cuya cáscara esté sucia de excrementos ya que al lavarlos eliminamos una fina película que los recubre e impide que los gérmenes entren al interior del huevo. No consumir huevos cascados o con grietas. Limpiarlos con un paño antes de usarlos y conservarlos en la heladera.
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