En una sociedad obsesionada por lo material y alejada del espíritu “Gaia” es muy normal que se deje a un lado la importancia del entorno natural, el campo, los jardines, los vegetales. Todas las personas necesitamos de este medio ambiente para poder estar equilibrado, sano y en armonía; por ejemplo un jardín es importantísimo para recobrar nuestra salud mental y emocional. Y de todo esto somos conscientes, ya que llevamos flores a nuestro hogar para embellecerlo, o llevamos flores a los enfermos para que se alegren y se recuperen mucho antes, o cuando nace un bebé, le regalamos flores a la mamá como símbolo de amor, gratitud y belleza, ya que ha dado a luz y las flores son la luz del reino vegetal.
El jardín eleva los sentimientos espirituales del hombre, por ejemplo los jardines Zen representan la escala del universo, invitando a meditar y conectarse con el pensamiento más elevado para alcanzar la sabiduría, la vitalidad, la serenidad.
Quiero hablaros de la inteligencia vegetal.
Las plantas no están tan alejadas del reino animal ni de los seres humanos, y aunque parece que no tienen conciencia, las plantas son capaces de muchas más cosas de las que imaginamos. Las abuelas, por lo menos la mía, me decía que hay que hablarle a las plantas y darles cariño, y ahora se sabe que esto produce una reacción beneficiosa no sólo en las plantas sino en nosotros, ayudándonos a reencontrar el equilibrio emocional por lo tanto, nos ayuda a estabilizar nuestra salud.
Las plantas, se habitúan a la voz que las habla o la persona que las cuida y la música clásica sobre todo las ayuda a crecer de forma más armónica. Puede parecer una tontería, pero muchas veces la plantita que tenemos en nuestro salón sabe de todos nuestros males, de todos nuestros secretos, una vez me contó una amiga que ella le contaba a su plantita como se sentía cada mañana, y el día que ella le decía que no se encontraba nada bien, la planta no tenía el mismo tono o brillo, y el día que estaba feliz la planta estaba tersa y hermosa.
De algún modo estos seres vivos interactúan con nosotros, muchas de ellas sirven de remedios curativos e infusiones y demás… y siempre nos ofrecen su esencia. Hay que aprender a leer su lenguaje de modo que tan sólo una mirada hacia ellas nos diga como se encuentran, si necesitan agua, sol o cariño. Tenemos que volver a conectarnos no sólo con los vegetales, sino con los animales y minerales y con todo aquello que nos rodea. Por ejemplo, caminar descalzo sobre la hierba nos va a ayudar a desbloquearnos emocionalmente y vamos a sentirnos conectados con la tierra. Coger la tierra con nuestras manos sin miedo a ensuciarnos, nos ayudará a liberarlos de aquello rígido, de las normas sociales. La tierra es la fuente de nuestra vida y la piel de nuestro planeta. Tumbarse en la arena nos hace sentir que somos arena , somos la hormiga que la recorre y somos aquello en lo que ponemos nuestra atención.
Quien cuida un jardín se preocupa por los seres que lo habitan y su bienestar. Con el tiempo el jardinero aumenta su sensibilidad e intuición se eleva espiritualmente y conecta con el corazón de Gaia.
Fuente: http://luhema.wordpress.com
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