En marzo pasado el gobierno húngaro aprobó una nueva regulación que obliga a verificar todos los granos genéticamente modificados (GMO) antes de poder ingresar al mercado de ese país. Desafortunadamente ya habían circulado algunos de ellos entre granjeros que ignoraban estar sembrando semillas transgénicas. Por esta razón se procedió a la quema de más de 400 hectáreas de maíz cultivado con semillas de Monsanto. La orden fue directamente emitida por Lajos Bognar, Ministro de Desarrollo Rural en Hungría, quien además agregó que por suerte este maíz aún no polinizaba los campos vecinos. Por ahora el principal reto del gobierno local consiste en localizar los bienes generados a partir de dichas semillas e incautarlos.
El problema es que se piensa que muchos granjeros húngaros han estado utilizando semillas de Monsanto y Pioneer sin estar conscientes de ello, y como muchos de los países de la Unión Europea aplican pobres regulaciones en torno a la siembra de transgénicos, se dificulta rastrear el origen de estas semillas. Pero más allá de las dificultades que le implicará a Hungría sostener esta lucha, lo cierto es que de entrada está demostrando una actitud ejemplar que debiera de poner algo de presión a las decenas de gobiernos que muy probablemente han cedido a los cabildeos y sobornos de corporaciones como Monsanto, mostrándose complacientes con el uso indiscriminado de granos genéticamente modificados.
Fuente: http://pijamasurf.com/
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