lunes, 27 de enero de 2014

Mujica y su amor por la megaminería



En su defensa del proyecto Aratirí, hace un par de días, el Presidente puso algunos ejemplos de reconstrucción de ecosistemas dañados por las actividades humanas (http://goo.gl/xB06RS). Desde las perspectivas "progresistas", se da a entender que la naturaleza mejora luego de ser dañada y reconstruida. "El hombre ha demostrado tener una gran capacidad para destruir, pero también que es capaz de reconstruir y aún de dejar mejor las cosas que como estaban antes”, señaló.

Como ejemplo puso la "mina Butiá", en Brasil, pero las fotos actuales y satelitales no muestran un ecosistema reconstruido; lo que se ve es más bien una gran área estéril y perforada, junto a una enorme represa de relaves (http://goo.gl/AMBZ7x).

Además indicó que hay ejemplos similares en Alemania, Colombia y México. Dejando de lado el caso alemán, que por algo están en la vanguardia mundial en conocimiento y tecnología, tomemos en cuenta los ejemplos latinoamericanos, más cercanos a nuestra realidad en cuanto a contaminación e ineficiencia. Recordemos que hace pocos días la ONU denunció que la minería a gran escala aumentó la pobreza en Colombia (http://goo.gl/bVnacS), y que en México, minería y militarización van de la mano (http://goo.gl/TE3XcW), junto al aumento de la violencia y el desplazamiento de miles de comunidades.

Pero el pasaje de discurso que motivó esta nota es la afirmación de que el río Támesis, en Londres, está prácticamente mejor que nunca. Es que durante el siglo XIX el río era el receptáculo de todas las cloacas de Londres, además de recibir todo tipo de residuos industriales. Así fue que hacia la década de 1950 el Támesis fue declarado biológicamente muerto. Pero en la década siguiente se comenzaron los trabajos de limpieza del río, y en el correr de los '70 las mejoras ya eran evidentes; efectivamente, volvió la vida marina y se comenzaron a ver salmones, algo que hacía más de 100 años que no ocurría.

Sin embargo, esto está lejos de ser la situación ideal, y el Támesis no está tan limpio como se lo pinta. Bajo el Támesis hay un río de plástico que preocupa a los investigadores por la acumulación de esta basura invisible (http://goo.gl/WY0D1u). Si a esto se le suma los estudios sobre la feminización de los peces debido a los medicamentos y las hormonas sintéticas presentes en los afluentes al río (http://goo.gl/hNdAxO), la situación no deja de ser preocupante.

La cuestión no es no modificar el paisaje, ni privarse de utilizar los recursos, sino que toda explotación tiene que ser acorde a las necesidades reales para el desarrollo de los habitantes de esta tierra. Y la megaminería a cielo abierto, tal como está planteada en nuestro país, no lo es.

Mayor PBI no es mayor justicia social, ni felicidad, ni desarrollo; la inversión extranjera en muchos casos nos condena al subdesarrollo. Desarrollo es construir comunidad, fomentar la soberanía alimentaria, educar el pensamiento y la sensibilidad humana.

fuente: La Hora Verde

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