lunes, 21 de febrero de 2011

Tres sugerencias prácticas para controlar la ira

Basadas en las enseñanzas de Vaswani, el genial autor d“Elimina la ira, antes de que la ira te elimine a ti”, te propongo que abras tu corazón a las siguientes propuestas.

Sugerencia práctica N°1

El mejor camino, y el más seguro, para controlar la ira es el de la autoconciencia.

Una vez que se den cuenta de quiénes son, nunca se irritarán. Nos ponemos airados debido a que nos identificamos con el cuerpo que llevamos encima. La causa de la ira es el sentimiento de diversidad. Una vez que se dan cuenta de que son el alma universal (el alma que está en ustedes, en mí, en cada uno de nosotros), la unidad, ¿cómo pueden enojarse?

Algunas veces la mano rasguña el brazo y la sangre comienza a salir. El brazo no toma represalias, porque sabe que tanto él como la mano pertenecen al mismo cuerpo. Una vez que nos demos cuenta de que todos los seres somos partes integrales del Todo, nunca más nos enfureceremos.

Si yo me contemplo en ustedes, ¿cómo podría enojarme si me hacen algún daño? La única solución a todos nuestros problemas es la autoconciencia.

La autoconciencia no puede llevarse a cabo de la noche a la mañana. Debemos llevar una vida de sadhana (disciplina espiritual). Para lograrla, es fundamental practicar el silencio. Deben mantener su compromiso diario con Dios. A diario, preferentemente a la misma hora y en el mismo lugar, siéntense en silencio y comiencen a cuestionarse una y otra vez: “¿Quién soy yo?”

En la actualidad, el hombre conoce mucho sobre el universo en el cual vive. Ha puesto en órbita espacial innumerables satélites. Hay cohetes que pasan volando por los planetas más distantes. Pero ¿cuánto conoce el hombre de sí mismo? Verdaderamente muy poco.

Sentados en silencio, háganse esta simple pregunta: “¿Quién soy yo?”

Gradualmente, desde las profundidades de su interior, vendrá una respuesta. Se darán cuenta de que no son este cuerpo que llevan consigo mismos. No son la mente. El cuerpo es sólo un instrumento, una prenda de vestir que están usando, y la mente es una herramienta que llevan para realizar sus trabajos en el plano físico.

Ustedes no son el cuerpo. Ustedes no son la mente. Ni tampoco son el intelecto. ¡Ustedes son Eso! ¡Tat twam asi! La autoconciencia y la ira no pueden vivir juntas (al igual que la luz y la oscuridad).

Sugerencia práctica N° 2

Desarrollen la voluntad para controlar la ira. Dense cuenta de lo inútil que ésta es. Cuando nos enfadamos, no estamos dañando a la persona con quien estamos

furiosos, sino que en definitiva estamos dañándonos a nosotros mismos. El Gita dice: “El hombre es su propio amigo y su propio enemigo”. Cuando entro en un estado de ira, me convierto en mi propio enemigo. Puede que no esté hiriendo a la otra persona, pero a mí es seguro que sí. Estoy introduciendo veneno en mi corriente sanguínea.

Había un hombre al cual le agarraban frecuentemente ataques de ira. Cada vez que le hacían una broma, perdía la calma. Luego de un tiempo, se dieron cuenta

de que en él algo había cambiado. Se había tornado calmo y amable, nada lo sacaba de ese estado, nadie lo podía hacer enfurecer. La gente le preguntó la razón de ese tremendo cambio de actitud, y él respondió:

-Al levantarme cada mañana, me digo a mí mismo:

“Este nuevo día llega a mí desde las Manos puras del Señor. Tengo ante mí la lección: permanecer el día calmo y tranquilo, o perder la calma y dejar que me gobierne la ira”. Elegí no perder la calma nunca más. Entonces,

a lo largo del día, me recuerdo constantemente que tomé esa decisión y debo cumplirla. Pase lo que pase, no debo perder mi calma, al menos por este día.

Puede que la gente no me trate adecuadamente o que las cosas sucedan como yo quiero, pero durante este día no perderé la calma. Podré enfurecerme mañana,

pero hoy no.

Desarrollen voluntad para no perder la calma. Adopten el plan anterior. Mañana por la mañana, cuando se levanten, díganse a sí mismos: “La elección está ante mi; permanecer calmo ante los eventos del día o dejar que la ira me gobierne”. Elijan su opción. Una vez que se hayan decidido, deberán apegarse a ella.

Sugerencia práctica N°3

Alégrense por todo lo que llega a sus vidas.

¿Alguna vez se han preguntado cuál es la causa raíz de la ira?

Es la voluntad propia. Yo quiero que las cosas sucedan de modo particular; éstas suceden de uno diferente.

Me enfurezco.

Cuando nuestros deseos son contrariados, perdemos nuestra calma. En la raíz de toda la ira está la voluntad propia. Para la cena yo quería un plato en particular:

me encontré que se había preparado uno diferente, entonces pierdo la calma. Si sólo pudiera comprender que todo sucede de acuerdo con la Voluntad de Dios y

que esta última es el bien más preciado, no me enfurecería.

Aprendería a aceptar todo.

Esto se logra a través de la práctica del silencio diario.

Cada día, siéntense en silencio y explíquense a sí mismos que ni una hoja se mueve por sí sola, sino que es la Voluntad Divina que lo hace. Ésta siempre ocurre por nuestro propio bien, aunque parezca lo contrario.

A través de la práctica, lograrán un estado de calma y estabilidad en el que nada los perturbará ni los pondrá furiosos.

A comienzos del siglo XX había un científico que trabajaba en las presiones barométricas. A diario observaba el barómetro varias veces y notaba lecturas decrecientes.

Hizo su trabajo durante veinte largos años. Luego decidió realizar un estudio de todas esas lecturas y formular una teoría. Su ama de llaves le pidió unos días de descanso y entonces otra mujer la sustituyó. Por la noche, mientras que el científico salía a dar su caminata nocturna, anotó la lectura. A su regreso, tomó otra vez la lectura, pero no pudo anotarla, debido a que no encontraba sus papeles. Entonces le preguntó a la ama de llaves si ella los había tomado.

-Señor- respondió ella-, yo estaba limpiando su mesa, cuando vi esas hojas de papel todas sucias y manchadas.

Las quemé en el fuego y en su lugar coloqué algunas hojas nuevas.

La labor que el profesor había realizado durante veinte largos años se evaporó en un instante. Pero él no emitió ni una palabra de ira. Solamente dijo:

-¡Señor, que se haga Tu Voluntad!

Poco tiempo después, el profesor se enteró de que había un significado en todo el hecho anterior. Otro científico de un país distante había trabajado sobre el mismo problema y ya había publicado un libro. Si las hojas no hubiesen sido quemadas, él hubiera perdido un montón de tiempo compilando y arreglando las figuras para elaborar una teoría, que luego habría dado lugar a publicar un libro que no hubiese servido a ningún propósito, porque ya existía otro en el mercado.

El plan de Dios puede o no sernos revelado. Pero nunca

debemos olvidar que siempre hay algún beneficio oculto en todo lo que sucede. Por lo tanto, démosle la bienvenida a cada incidente y accidente de la vida

con palabras: “Lo acepto”. Entonces no nos será difícil controlar nuestra ira.

Fuente: http://espiritualidaddiaria.infobae.com/

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